Si tú, como yo, has tenido alguna vez la necesidad de coger una maleta, echar unos cuantos trapos y salir para cualquier lugar a zambullirte en la aventura de lo que no te es cotidiano, sé que comprenderás el motivo de esta página. Hoy, además de maleta, preparo esta ventana para que os asoméis a mis vivencias.
Para reflejar cómo me siento, para contar lo que aprendo, para que al volver siempre pueda, con un click, volver a vivir los días de mis viajes...
Bienvenido a este nuevo proyecto... este album de fotos vivo, este diario de paisajes, olores y sabores que aún no conozco.

martes, 18 de noviembre de 2014

A MI HABIBI...



Menudo dos meses llevo de cambios: mudanza, nueva ciudad en la que perderse, nuevos empleos, minivacaciones intensas, curso de buceo y cómo no, nuevos personajes que añadir a la que viene siendo la película de mi vida.


Siempre digo que tengo suerte con la gente de la que me rodeo. En todo momento, siento estar en familia, porque los amigos, sean los de siempre o los nuevos y hasta los esporádicos, suelen darme ese calor familiar  que me hace sentir que realmente no estoy sola.
Como ya os he dicho, en estos últimos dos meses he ampliado el número de conocidos de manera exponencial, de repente soy un nuevo “pollito” en el gallinero, soy la nueva compañera de piso o más bien, la nueva “ocupa”, la nueva chica española en una fábrica de galletas o la nueva cocinera en un restaurante español regentado por un albanés y un portugués, con un equipo de cocina compuesto por un venezolano y un marroquí.
Cualquiera que estuviese en mi lugar se sentiría desbordado con tantas nuevas caras y en tan diversas situaciones, además de romper casi por completo con lo que venía siendo la rutina de mis dos últimos años en Neheim. Pues bien, yo lo estoy. 
No deja de sorprenderme cómo hay momentos en la vida que aparece alguien y en poco tiempo se hace vital y parece que estaba ahí desde siempre y es que las situaciones intensas llevan a eso y las convivencias más.
Los que de mi cerca estáis, sabéis lo indecisa que me encuentro, la de dudas que tengo de seguir esta aventura extranjera, hay momentos en los que la desesperación por cambiar mi situación laboral y las barreras que aquí me encuentro, hacen que valore volver a casa, aunque el panorama laboral aún no pinte boyante.
Desde aquí os doy las gracias a todos por escuchar mis quebraderos de cabeza, mis teorías y suposiciones y sobre todo gracias por el apoyo y consejos que me habéis dado, en especial a mi compañero de piso Ernesto, por su paciencia, por sacarme la sonrisa hasta en mis momentos de bajón y por los abrazos de buenos días, que me recuerdan a los de mi madre, que tanto echo de menos.
Después de toda esta introducción, vuelvo al motivo que me ha sentado hoy a escribir y es que entre todas estas nuevas personillas que van apareciendo últimamente en mi camino, ha aparecido una muy especial y que ha entrado arrasando: “ mi habibi” , como cariñosamente lo llamo.
Siempre he dicho que las mejores conversaciones, o por lo menos en mi familia es así, se tienen en la cocina y es que el calor de los fogones creo, dilata los poros y hace que los sentimientos afloren con más facilidad y sin darte cuenta, ante ellos, quedas expuesto.
Pues os podéis imaginar lo que es trabajar en una cocina… Son muchas las horas de preparación que se necesitan para que una carta de un restaurante, por sencilla que parezca, esté a punto a la hora del servicio. Estas horas son un mano a mano con tus compañeros pero a la vez, es una intensísima convivencia en la que se forja la amistad, la confianza y el cariño.
De mi humilde experiencia en hostelería tengo ese grato recuerdo de mis compañeros de trabajo, aún hoy, grandes amigos, pero en esta ocasión y en escaso quince días, esto más que entre fogones y a fuego lento, parece que he cocinado una amistad con receta de microondas.
Supongo que todo influye y que solo el punto de partida, que no es otro que estar fuera de tu entorno natural, en otro país y con una mochila cargada de incertidumbres, hace que todo se intensifique más. La cuestión es que desde mi primer día en el Restaurante Las Tapas, donde he pasado a ser la tercera componente del equipo de cocina, he encontrado la puerta abierta a lo que por ahora pinta a ser una amistad de las que no se olvidan jamás.
 Con el resto de compañeros he de decir que me encuentro igualmente comodísima y mimadísima, pues soy la única “señora” del grupo, (como jode ya que me digan señora, pero hay que ir asumiendo la edad).

Adil, mi habibi, es el personaje al que dedico hoy mi entrada, pues además es seguidor de este humilde blog de aventuras, le prometí que escribiría algo sobre él en algún momento.
Curiosamente ha nacido el mismo día que yo, eso sí, nueve añitos más tarde, pero los dos el 25 de abril. Natural de Tanger y desde los 17 años viviendo independiente en San Sebastián, donde ha hecho de la cocina su profesión y su pasión, pues aunque aún no ha encontrado el sitio donde desarrollar todo su potencial, lo hará. Hay momentos que lo escucho decir de  buscar otro trabajo menos esclavo, pero luego lo veo trabajar y sé que lo vive y lo disfruta y eso es una enfermedad de la que no te puedes curar, así que Adil, habrá que pensar en un modelo empresarial ideado para ti, aquí tienes socia incondicional.
El día de mi prueba de trabajo fue el pasado  3 de Noviembre, un lunes a las tres de la tarde comienza esta aventura. Vuelvo a colocar mi traje de cocina después ya de unos años sin trabajar. Algo nerviosa y torpona es la sensación que tengo de estos primeros días, pero curiosamente a diferencia de otras veces, tengo la sensación de llevar meses con mis compañeros. Con mi habibi ha sido algo increíble o tal vez,  tenía mucha necesidad de desahogar sentimientos que tenía algo reprimidos, pero es como si se hubiese leído las instrucciones de montaje, el tío me ha calado en un plis plas y con esa gracia que le caracteriza, ha hecho que abra las compuertas de mi corazón y me sincere. Si mi madre lee esto sé que dirá: tú tan transparente como siempre, lo mejor es, que lo he heredado de ella.
La cuestión es que entre bromas picaronas, desde el más tierno cariño, con gran positivismo y sobre todo con la alegría como ingrediente en todo, mi tocayo de cumpleaños hace que cada día ría sin parar 10 de las 8 horas que trabajo, y no hay terapia mejor para el corazón que la risa y más cuando esa risa se transforma en una bella sonrisa del alma.
Sé que nos une un puesto de trabajo en un extraño lugar, que tal vez en otras circunstancias estaríamos en planos paralelos, pero el destino nos ha cruzado y en escasos quince días has conquistado con habilidad mi corazón. Espero seguir riendo a tu lado, seguir sintiéndome tu “habibi” en el trabajo, seguir admirando como trabajas y que en plena bulla tengas un segundo para cruzar una mirada y soltar una de tus chorradas o piropos, quiero seguir transmitiéndote esa tranquilidad que dices que te inspiro, quiero que siga creciendo esta complicidad que hay desde el primer momento y que se forje una buena amistad entre fogones y fuera de ellos. No pierdas nunca esa alegría que te caracteriza, esa pizca de locura, frescura y poca vergüenza que le echas a todo, chuleras como no hay otro, pero cargado de buenos sentimientos, “moro” hasta la médula para lo que te interesa, pero abierto de mente, eso te hace más que especial. 
Siempre digo que mis amigos son mi mayor fortuna y contigo sumo otro tesoro encontrado y hoy me siento capitana orgullosa de ondear mi bandera pirata.









2 comentarios:

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  2. Hay q ver eh! Tengo tantas cosas buenas y nunca lo supe,jajajaja.
    Suerte la mia en conocer una persona tan noble y cariñosa como tu , no cambies
    TE QUIERO MUCHO MI NIÑA :*

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